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El RECUERDO DE DIOS (ZEKR)

Entonó el trovador el canto que da gozo

y reanudó mi corazón su fervor, su ebriedad, 


y quiso revelar algunas sutilezas

para acabar con el engaño de los embaucadores.


Y empezó a hablar sobre el estado y el secreto del Zekr

para que ningún grupo negocie con el Zekr.


* * * * *


Oh derviche, tú que hablas del Zekr

y respiras el aire de la memoria de ese Bello Ídolo, 


llamas a Dios, pero le ignoras,

hablas del agua, pero sigues inmóvil en la orilla,


rememoras a Dios, pero te adoras a ti mismo,

alardeando día y noche de tu propia existencia.


Y recuerdas a Dios de tal manera

que sólo te recuerdas a ti mismo.


Cuando el ego te lleva hacia la duda,

entonces te refugias en las plegarias y en las letanías.


¿Qué Zekr es ese que acrecienta tu existencia

y, desviándote de la ebriedad, te vuelve sobrio?


¿Qué Zekr es ese que te aleja del Uno

y, sometido a tu engañoso ego, te hunde en la esclavitud?


¿Qué Zekr es ese que, con arranques demoníacos,

te hunde en el remolino de “yo” y “tú”?


¿Qué Zekr es ese que codiciosamente

 recibes como prenda del pan de cada día?


¿Qué Zekr es ese que despeja el camino a tus pasiones

como ladrón oculto bajo el vestido de los guardianes?


¿Qué Zekr es ese, si sigues existiendo,

si aún no te has librado de ti mismo?


¿Qué Zekr es ese, si aún subsiste tu ser

y ha convertido al vicio en Bienamado y a la pasión en única copera?


¿Qué Zekr es ese que acrecentó tu egoísmo

y, en vez de hacerte libre, te hizo aún más esclavo?


 * * * * *


El Zekr es verdadero cuando es del corazón,

libre de agua y de barro.


El Zekr es verdadero cuando te lleva al corazón

y no a la falsedad y a la soberbia.


El Zekr es verdadero cuando corta tu aliento,

no cuando se convierte en voz de tus pasiones.


El Zekr es verdadero cuando enciende tu espíritu,

no cuando te encamina a la autoadoración.


El Zekr es verdadero cuando a tu corazón lo vuelve ebrio,

borrando de tu mente el recuerdo de todo lo que existe.


El Zekr es verdadero si te quita tu ser

para colmarte de sí mismo.


Si, lejos de poder reconocerte,

borra en ti cualquier huella de existencia.


El Zekr es verdadero cuando no queda más que el Recordado,

cuando el corazón deja al que recuerda y al recuerdo.


* * * * *


El Zekr es verdadero cuando tú dejas de existir,

porque, si Él es la única existencia, ¿qué existencia es la tuya?


El Zekr es verdadero cuando te arranca de tu propio ser,

cuando te llama desde la existencia hacia la no-existencia.


El Zekr es verdadero si, arrepentido de ti mismo,

vuelves tus ojos hacia Dios y te vuelves ausente de ti mismo.


El Zekr es verdadero cuando te libra de “yo” y “tú”,

cuando te lleva hasta el umbral de la liberación.


El Zekr es verdadero cuando te hace perder toda conciencia

de conocido o de desconocido, de lo bueno o lo malo.


* * * * *


Si el Zekr es sólo eso, un nombre hecho con letras,

entonces, una cinta tendrá un conocimiento muy superior al tuyo.


Esa cinta grabada con el Nombre de Dios

lo repite día y noche, sin falsedad ni hipocresía,


pero aunque gire y gire durante muchos años,

nunca entrará en el círculo de los enamorados.


Tú repites el Zekr, pero, inconsciente de su significado,

eres como una cinta para los que poseen corazón.


El Zekr es sólo un nombre: busca al Dueño del Nombre.

El Zekr tiene apariencia: busca el sentido íntimo que está detrás de esa apariencia.


El Nombre te conduce hacia el Nombrado,

desde el mundo de imágenes te lleva al centro del sentido.


Ojalá, extraño a todo y verdaderamente ebrio,

te acabes liberando de ti mismo y alcances al Amado.


* * * * *


El Zekr es Nombre y es también Atributo, 

que acrecienta la Gnosis en nuestro corazón.


En nuestra senda, la palabra sólo es nombre del Nombre,

algo que jamás puede abrir camino.


Este nombre del Nombre que has convertido en Zekr,

te lleva a la mentira y al engaño.


Si logras realizarte en uno de los Nombres del Amado,

dejarás para siempre lo que es relativo y te transformarás en lo Absoluto.


Busca el tesoro del Nombrado con la llave del Nombre,

si no ¿cómo podrás romper con el hechizo de las letras?


Si repites el Zekr y todavía existes, 

has de saber, hermano, que sigues siendo idólatra. 


Cambias a cada instante tu letanía y tu Zekr,

adorando en tu alma a diferentes ídolos.


En el nombre de Dios adoras a tus ídolos,

y bebiendo vinagre, te manifiestas como un ebrio.


En lo exterior parece que te has atado a Dios,

pero en tu ser más íntimo te has unido a tu ego.


Cada vez que tu ego afirma o niega,

está negando a la Verdad para afirmarse él mismo.


Hablas de tus milagros, de las revelaciones y visiones,

sin embargo, tu ego te ha corrompido hasta los tuétanos.


Sacias tus pasiones con fantasías y con ambigüedades,

y hablas del porvenir y del destino.


¡Hermano mío!, nunca tomes por falso el amor verdadero,

que es un león enfurecido, no juegues más con eso.


* * * * *


Te llamas a ti mismo Bāyazid,

pero, preso en tu ego, estás colmado de impureza.


Te autoproclamas guía, libre de los deseos,

pero de tu interior sólo sale el rugido de las bestezuelas.


Te consideras digno de inculcar el Zekr,

pero es pura ilusión, porque sólo pretendes inculcar tu ego.


Y un atajo de ingenuos, que siguen sus pasiones,

te adoran con engaño y con hipocresía.


Te han visto igual a ellos

y por eso se arrojan a tus pies, humildes y perdidos.


Porque en ti han encontrado al Faraón de sus egos,

la imagen del tirano oculto en su interior.


Y tu ego se complace

pisoteando a la Verdad.


* * * * *


¡Oh tú, extraño al Zekr! No creas que es algo vano,

porque Dios mismo elogia a quienes lo poseen.


Si eres esclavo de ti mismo, ¿qué puedes ver en Dios?

Si eres infiel, ¿qué sabes de la fidelidad?


No es testigo del Zekr quien no ha logrado desterrar su “yo”,

porque no es el derviche el que recuerda.


No es testigo del Zekr el corazón de los que siguen sus pasiones,

porque en ellos aumenta, poco a poco, el engaño.


Si repites el Zekr, deja de recordarte,

derriba con el Zekr los fundamentos de tu propia existencia.


* * * * *


Si quieres convertirte en testigo del Nombre

y limpiarte de tu egoísmo,


abandona el pecado de tu ser

y pisotea, ebrio, cuanto existe y no existe.


Córtale la cabeza a todo orgullo con la espada de la necesidad,

y agárrate al regazo de un guía salvador.


Para que, con dulzura, vuelva hacia ti su rostro

y colme con el vino de la no-existencia tu cántaro.


Para que te introduzca en el retiro íntimo del Zekr

y te haga puro con su aliento “el que da Luz divina”.

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