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Ven... ven
para que Tú y yo,
dejando esta ciudad de buitres,
huyamos del país del “yo” y del “tú”
y cojamos billete
para el país de ningún sitio,
donde no se construyen relojes
ni se venden minutos,
donde el Jezr de la bienaventuranza
hilvana el antes y el después de lo eterno,
donde nadie señala hacia los números
y no cambian el polvo por el oro,
donde no cuentan las respiraciones,
donde la eternidad no es sino un soplo,
para que...
“Tú” seas “yo”...
y ...
“yo”, “Tú”...
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