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No es posible ocuparse con Dios
si el corazón no se libera de “otro” que Él.
¡Cuántos viejos son niños en amor
y cuántos niños maduraron con él!
Nadie puede crear, salvo el Amigo,
el rubor del amor.
Por intentar crearlo en vano,
muchos perdieron su riqueza.
Y, presos en sus propias fantasías,
vimos que, en realidad, sólo a sí mismos se engañaban.
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