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Los ojos de la mente nos consideran locos
a quienes nos hicimos íntimos del amor.
Cuando empezó a girar el punto del amor,
la razón fue expulsada de su círculo.
Vimos que la razón se sintió fascinada
por quien fue arrebatado por la belleza del amor.
El libre que perdió cuanto tenía,
en el juego de amor no fue engañado.
Él reside en el templo del amor
y, perdiendo su ser, sólo a Dios tiene.
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