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¡Ay!, ¿cómo resolver el problema de mi corazón, si la Amada no me lo pone fácil,

si no me dice nada de sí misma, hasta que no me roba el alma?


La Copera no escancia el “sharāb” del amor en la copa del corazón

hasta que no consigue de nosotros el juramento de perder razón y fe.


Nadie es capaz de mantenerse sobrio en la taberna de la Unidad,

allí no hay ebrio que critique a los ebrios.


El que sufre Su pena, no buscará jamás la curación,

Su pobre enajenado no sentará cabeza.


No encontrará el raptado subsistencia en el reino de los enamorados,

hasta que no reciba la orden de su no-existencia, de su anegación.


Vimos al mártir del amor: su recompensa fue la misma Amada,

ya no podrá decirse que Nurbakhsh no tendrá recompensa por su muerte.

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