Otra vez se ha encogido de dolor este corazón perturbado,
para el dolor del corazón, son mis palabras salvación y cura.
Nada supimos del dolor, fuimos extraños a la tristeza del corazón,
y se encrespó la llama del delirio, y lo extraño se hizo confidente.
La Unidad nos libró de lo poco y de lo mucho,
desde el camino angosto de la multiplicidad entró en el corazón toda tristeza.
En el banquete de los enamorados, nuestro camino es el silencio,
cualquier enamorado que alardea se hizo pequeño en el amor.
¡Oh tú, amor, que incendiaste la casa! Arruinaste mis días,
para decir: “Aquel a quien maté fue ennoblecido como Hombre”.
¡Oh amor! Ante ti hay plenitud; cerca de ti, reproche,
quien se sentó contigo fue colmado de pena y de tristeza.
Si Nurbakhsh te recuerda, a veces, suspirando,
es porque a cada instante fluye hacia él tu gracia.