Muchas veces dejé mi alma en su camino, pero no vino la que es Alma de mi alma,
Aquella que rompía mis promesas no se acercó a la copa.
Perdí mi fe y mi corazón cerca de Ella,
pero mi Amada hechizadora no vino con ninguna fábula.
Me da consejos el predicador, pero, ¡qué pena!, es ignorante,
las costumbres del intelectual no se ven en el loco.
Ardí en la vela de su cara, y la gente no vio
que este ardor valeroso no vino de la mariposa.
Hasta que no rompí mi cántaro y mi copa ante sus pies,
aquella ebria Robacorazones no vino a la taberna.
Hasta que el Mansur del corazón no oyó a los ídolos decir: “Yo soy la Verdad”,
no dejó la Kaaba para venirse al templo.
Con toda su alma deseaba al Cazador el pájaro de mi corazón,
si se precipitó en la trampa, no fue por el alpiste.
Cuando me “otorgó luz”, me robó el corazón,
un corazón que nunca volvió a casa.