Dulces recuerdos de aquel tiempo en el que nuestro pecho era el tesoro de los misterios,
el alma ardiendo a causa del amor, la mano del anhelo extendida.
Estaba el corazón abrumado en la pena de aquella que es Aliento de la Vida
en un mundo de súplicas, estaba Ella, estaba allí toda belleza, pureza y donosura.
En los ojos brillaba la esperanza y el ansia de fundirse con la Amiga,
desde la noche al alba los ojos estuvieron abiertos, fijos en la puerta.
¡Qué ebriamente pasaba nuestra vida!
Una mano en la copa y el oído gozando de la melodía.
No había lejanía, no había infidelidad ni había crueldad,
la Amada fiel acariciaba nuestro corazón.
No había otra imagen que su rostro dibujada en lo hondo del corazón
el alma oraba sin cesar con el recuerdo de su cara.
No hay que lamentarse porque ese bello sueño haya pasado,
pues la ilusión cubría la Realidad como si fuera un velo.
¡Oh Nurbakhsh! El debate entre lo ilusorio y lo Real,
que viene de muy lejos, para ti ha terminado.
Yo quería contar la historia y el estado del corazón
en aquel tiempo en que sus compañeros eran ardor y aguante.
Aquellos años en que, libre del pensamiento de este mundo,
el alma bendecida se sentía raptada por la hermosura de la Amada.
Dije que aquellos días habían sido felices, y el corazón, oyéndome, me dijo:
“No tienes que ocultarlo, pues nuestra historia enardecía el alma”.