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Sumergido en el mar sin huellas, ya no tengo conciencia de mí mismo,
olvidado de toda la creación, ¿qué podrá ya inquietarme?
Hace ya mucho tiempo que me desconozco, gracias a Su recuerdo,
nada me afectan ya dulzuras o amarguras.
En el reino de la locura, el corazón no tiene credo,
¿por qué preguntan por mi religión los intelectuales?
Mi corazón y alma fueron saqueados por el Alma del alma,
¿cómo puedes hablar con este pobre de lo mucho o lo poco?
Si El que posee mi corazón toca la cuerda del delirio
es solamente para poner un bálsamo sobre la pena de mi corazón desgarrado.
¡Oh Nurbakhsh! El que es Alma del alma ha derramado nuestra sangre sin resentimiento
para poder decir: “Aún recuerdo a los derviches abrasados por un anhelo ardiente”.
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