Desde que arrojamos nuestra existencia a los pies del corazón,
nos hemos vuelto extraños a nosotros y familiares con el corazón.
Todos dirigen su mirada a una alquibla
la nuestra es el amor, y su templo, el altar del corazón.
Para que el Amigo entre en él,
hemos echado fuera todo cuanto ocupaba el corazón.
No es corazón eso que late dentro de tu pecho,
trono supremo y casa del Amado es, verdaderamente, el corazón.
Nadie vio al pájaro del alma en la jaula del cuerpo,
no fue atrapado en el cepo del alma el Homā del corazón.
Innumerables cuerpos cayeron en la sangre, en esta senda,
¡oh, cuántas almas de enamorados se sacrificaron por el corazón!
Desde aquel día en que Nurbakhsh se alejó del “tú” y “yo”,
descansa lleno de felicidad en el altar del esplendor del corazón.