Yo soy ese mendigo que te implora,
cansado de la imagen de mi ser, rechazo la existencia.
¿Quién soy yo, un indigente, para pedirte algo?
¿Hacia dónde me vuelvo? ¿De quién aparto mi mirada?
¡Oh Esperanza de toda mi existencia! Confuso estoy, pues ¿quién, sino Tú, existe
para que ante Ti diga: “Escucha mi secreto”?
Yo, ebrio, en este reino donde no hay otro amigo, sino Tú,
¿a quién puedo decirle: “Quiero orar”?
Por la verdad de la verdad, Tú eres lo real y lo irreal,
pero mi corazón no me escuchó cuando le dije: “Conozco lo irreal”.
De tal manera me robó tu canto el alma, el corazón, la fe y la incredulidad,
que no recuerdo a nadie ni percibo la música.
¡Pobre Nurbakhsh! ¿Qué busca? ¿Qué pretende?
¿A qué Kaaba puede ya decir: “Quiero emprender la peregrinación”?