Pasó el tiempo de la separación, y la pena, el ardor y la tristeza, también,
y girará esta bóveda encendida a la medida del deseo del corazón, también.
En la vecindad del Amigo, estamos ebrios, arruinados y alegres,
apurando los posos por la noche y el vino por el día, también.
Yo le pregunto: “Dime, ¿vas a volver a serme infiel?”
Y Él me contesta: “Llegarán todavía reproches y tormentos, también”.
Fue sólo por la gracia de aquella Bella Imagen, pues de nada valieron
el fluir de las lágrimas y el suspirar del corazón que enardecía el pecho, también.
El rapto y los estados interiores no me dejaban ni un instante,
como si primavera fuera otoño, y verano, también.
Me enorgullezco de la dignidad de la taberna, cuyo umbral
besa el rey cortésmente, y el mendigo, también.
¡Calla, Nurbakhsh!, ¿cómo puedes hablar de los enigmas del amor?
Pues donde hay amor, ya no quedan enigmas.