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LOS ENIGMAS DEL AMOR

Pasó el tiempo de la separación, y la pena, el ardor y la tristeza, también,

y girará esta bóveda encendida a la medida del deseo del corazón, también.


En la vecindad del Amigo, estamos ebrios, arruinados y alegres,

apurando los posos por la noche y el vino por el día, también.


Yo le pregunto: “Dime, ¿vas a volver a serme infiel?”

Y Él me contesta: “Llegarán todavía reproches y tormentos, también”.


Fue sólo por la gracia de aquella Bella Imagen, pues de nada valieron

el fluir de las lágrimas y el suspirar del corazón que enardecía el pecho, también.


El rapto y los estados interiores no me dejaban ni un instante,

como si primavera fuera otoño, y verano, también.


Me enorgullezco de la dignidad de la taberna, cuyo umbral 

besa el rey cortésmente, y el mendigo, también.


¡Calla, Nurbakhsh!, ¿cómo puedes hablar de los enigmas del amor?

Pues donde hay amor, ya no quedan enigmas.

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