¡Cuándo podrás salir de mi mirada, si eres la luz para mis ojos
y en lo más hondo de mi corazón y de mi alma has reposado!
Me he librado de mí y soy tu siervo
desde que me compraste cuanto tuve y no tuve con sólo una mirada.
Tú eres el rey de la hermosura, y nuestros corazones, tus rehenes,
este misterio bien sellado sólo Tú lo supiste.
Tu amor siempre desgarra los velos, pero a mi corazón lo has desgarrado
con la flecha de tus pestañas.
¡Oh pájaro de Dios! Vuelas de un lado a otro,
pero dime, ¿a qué otro lugar llegó tu vuelo, salvo a su vecindad?
Pregúntale al engreído si de la rosaleda del amor
arrancó alguna flor alguna vez con la mano del corazón.
¡Calla, Nurbakhsh! Que en esta senda de los que tienen corazón
elegiste una bella alquibla que se orienta hacia una Bella Imagen.