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¡Oh intimidad de mi respiración! Tú eres sosiego para el mundo,

Luz y felicidad, salvación y refugio eres Tú,

Tú eres el confidente de mis penas, mi paciencia y mi fuerza,

más excelso que todo cuanto yo pueda imaginar.


Mi nuevo día, mi año nuevo, mi felicidad,

mi amor, mi Amado, espíritu que fluye.


¡Oh ciprés caminante! Mi quietud y mi calma,

pérdida y beneficio, cuanto tengo y no tengo.

Yo te ofrezco mi vida, si Tú pones tu pie en mi cabeza, 

aunque, esquivo, me ignoras. 


Mi nuevo día, mi año nuevo, mi felicidad,

mi amor, mi Amado, espíritu que fluye.


¿Eres Tú de la estirpe de los puros? ¡Oh, no! Tú eres origen de la propia pureza.

¿Estás preso en el lazo de la fidelidad? ¡Oh, no! Tú eres la esencia de la fidelidad.

Yo amo la pena, pero Tú eres mi pena y mi aflicción.

Yo estoy muerto de amor, pero Tú eres el curandero y el remedio.


Mi nuevo día, mi año nuevo, mi felicidad,

mi amor, mi Amado, espíritu que fluye.


En el camino de la devoción, Tú eres maestro y discípulo, 

en el compendio del amor, Tú eres la línea y el conocimiento.

En el pecho, esperanza; en la mente, recuerdo,

desde que, compasivo, penetraste en mi alma.


Mi nuevo día, mi año nuevo, mi felicidad,

mi amor, mi Amado, espíritu que fluye.

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