top of page

Cuando alguien entra en Su festín con los pies de la sinceridad,

toda existencia perderá a cambio de su corazón.


Ahorcará toda súplica en lo alto de la horca,

se perderá a sí mismo por amor al Amigo, se quitará de en medio.


Y colmará su cáliz con el vino de su Unidad,

y arrancará el “tú” y “yo” para trocarlo en Él.


Por el dictamen del corazón se librará de la trampa del ego,

aparta el velo de “tú” y “yo” y se convierte en Dios.


Ya no es un viajero, sino un enamorado sin fe y sin corazón,

pues su ser y no-ser será amasado con la luz del Amigo.


Con la “luz” que Él le otorga serán iluminados sus ojos,

ya no ve nada, ni a sí mismo, ni a “otro”.

bottom of page