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¡Oh, Tú, cuyo Ser es la savia de toda la existencia!
Sin Ti sólo hay miseria.
Contigo soy la cumbre de todo lo que existe,
pero sin Ti, ¿quién soy? La nada.
En el mundo, que es todo confusión,
Tú eres mi principio y mi fin, y yo, la nada.
Escucha estas palabras, pues me veo confuso,
sin Ti, existencia mía, soy menos que la nada.
La ilusión de “tú” y “yo” no era sino un sueño,
todas las cosas, salvo Tú, eran un espejismo.
¿Qué puedo decir yo?, pues Tú estás más allá de las palabras,
más allá de mis letras, mi canto, mi poema.
Será mejor que yo selle mis labios,
pues Tú eres todo lo que es, y yo tan sólo un pensamiento.
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