top of page

ESCUCHA AL FLAUTISTA

Escucha los misterios del amor del Tocador del “ney”,

una historia colmada de ardor y de paciencia:


La melodía del “ney” es el relato del Flautista,

es ebriedad, locura, infamia.


El clamor de la flauta procede del aliento del Flautista,

es su fuego el que arde en el canto del “ney”.


Todo lo que el Flautista va contando 

lo va narrando el “ney” con sus lamentos.


Pues si no fuera así, el “ney” sólo sería una caña sin vida.

Sus lamentos no nacen de la injusticia o la inquietud.


* * * * *


Si logras escucharlo con los oídos de tu alma,

llegarás a entender qué significan sus gemidos.


Si cada uno de mis nudos canta –te dirá el propio “ney”–,

no soy yo, sino Él, el origen de toda melodía.


Durante muchos años, yo fui una simple caña, sin hojas y sin fruto,

un ser de rostro pálido, menesteroso y sin fortuna.


Lejos de lo Real, y en lo irreal perdida,

mi alma era inconsciente de todos los misterios.


Hasta que, finalmente, entregué el corazón y perdí el alma

y me alejé del “yo” y del “tú”.


Y desde que me hice familiar con sus labios,

dejé de ser rama salvaje para trocarme en flauta.


Me abatí hasta alcanzar la unión con Él, 

y fue ese abatimiento una victoria para mí.


Sin cabeza y sin pies, aprendí la enseñanza del amor

y en su ardor me mantuve hasta abrasarme.


* * * * *


A nada se apegó mi corazón en el espacio de los siete valles,

por eso me llamaron “el ‘ney’ de siete nudos”.


Desde que su desdén llenó mi cuerpo de orificios,

el beso de sus labios se transformó en mis labios en un grito.


Cuando me aniquilé, sopló el Amado en mí

y, a causa de su aliento, brotó una melodía arrebatadora. 


El amor se convirtió en mi fe, en mi religión y en mi creencia,

y los enamorados que se perdieron a sí mismos, en mis íntimos.


Mis suspiros y llantos son gemidos de amor y salvación,

aliento del Flautista, no del “yo” ni del “tú”.


* * * * *


El que llega a intimar con el amor del que es Aliento de la Vida

se enardece al oír mi melodía.


Con mi grito se abisma en el canto de la felicidad,

con mi llanto, experimenta amor y gozo.


Mi melodía hace feliz al deprimido

y devuelve la vida al corazón enamorado.


Cuando te vuelvas compañero y confidente,

tu alma y tu corazón se me harán íntimos.


* * * * *


Al escuchar mi canto, te sentirás feliz

y te sentirás libre de cualquier recuerdo.


No tengo queja de la lejanía del Amado

porque beso sus labios locamente.


¿Cómo puede quejarse el que está loco por amor?

¿Cómo puede atreverse a hablar de su deseo?


El amor no está atado a estados o moradas,

el verdadero enamorado no depende de eso.


* * * * *


¿Qué soy yo sin su soplo, sin su aliento?

Yo no soy nada, es Él el flautista y el “ney”.


El que se vuelve nada, en Él se perderá,

el mosto puro volverá al corazón de la tinaja.


Mis lamentos son cantos de amor e intimidad,

son gemidos de rapto, melodías de gozo.


¿Quién soy yo para hablar de separación?

¿Cómo puede hablar del aliento el que no tiene aliento?


Si me faltan los labios del Flautista, soy una flauta muda,

mis gritos y clamores son fruto de su soplo.


Contento estoy con todo,

y dulce es para mí cualquier veneno.


Me ves como una flauta, pero es sólo una imagen,

en realidad no existo, pues toda la existencia es un único Ser.


Todos mis llantos y clamores son de Él,

y mi ardor y mi canto, que reaniman el alma, son de Él.


Para alcanzar la Realidad y la Unión con el Ser,

perderé cuanto tengo, libre del ser y del no-ser.


Yo parezco la flauta, el flautista y el canto,

pero Él es la copa, el copero y el vino.


Mil palabras encierra la melodía del “ney”,

secretos y misterios se esconden en su canto.


Lo que relata el “ney” es una melodía de enamorado,

camino y tradición de libertad.


El que renuncia a su existencia, se transforma en un “ney”

y en la embriaguez del vino se convierte.


* * * * *


¿Hasta cuándo, sufíes, continuaréis buscando el cómo y el porqué?

Vaciaos de vosotros mismos, convertíos en “ney”.


Para que, despojados de cualquier vestidura de existencia,

lleguéis a conocer los misterios del amor.


Para que, como el “ney”, con sumisión y con conformidad,

abandonéis el valle del “yo” y del “vosotros”.


Sin corazón y sin creencia, como el “ney”, enloquecidos por el Amigo,

entonáis la canción del corazón a los pies del Amigo.


Ebriedad y fervor son nuestra senda y nuestra tradición,

y el enamoramiento, nuestra creencia eterna.

bottom of page