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Escucha atentamente y te diré quién es verdadero maestro,

aunque él esté ajeno a las mudanzas de este mundo:


¿Quién es maestro? El gnóstico olvidado de sí mismo,

el que no tiene otra creencia ni otra fe, salvo Dios.


¿Quién es maestro? El que te aleja de ti mismo,

aquel que te vacía de ti mismo y te llena de Dios.


¿Quién es maestro? El que camina por la senda de Dios,

el guía, el que conoce, el que siente la pena del amor.


¿Quién es maestro? El que llegó al secreto del secreto.

Él ya no existe: es Dios el que está oculto en él.


¿Quién es maestro? El anegado y el anonadado,

en la Verdad anegado y anonadado en Dios.


¿Quién es maestro? El que engolfado en el recuerdo

de Dios, se ha vuelto libre de los demás recuerdos.


¿Quién es maestro? El espejo en el cual se ve al Amigo,

el que no alberga en sus entrañas otro amor que el amor por el Amigo.


¿Quién es maestro? El que por Dios envejeció,

el que cayó en el lazo de su amor y se transformó en presa.


Maestro es aquel que de sí mismo se ha librado,

aquel que ató las manos del corazón al regazo de Dios.


Aquel que se hizo viejo a causa del amor, los estados y el rapto,

no por el paso de los años.


Un libre que ha quemado la existencia, alguien sin “yo” y sin “tú”,

el que tiene en los ojos de su alma la luz de aquel que es Alma del alma.


Humilde como el polvo, fluyente como el agua,

da luz, igual que el sol.


Aunque tiene existencia en este mundo,

en el templo de Dios ya no tiene ser propio.


Una sola mirada de sus ojos descubre lo que eres,

si eres de los ebrios y los enamorados,


si hay signos en tu alma de ardor y de paciencia,

o si eres esclavo de la usura.


El maestro de Dios no es jactancioso ni presuntuoso,

ni se deja atrapar por el dinero o por las donaciones.


Aunque desprecia su existencia,

es el representante de Dios y su fiel servidor en este mundo.


¿Cuándo le has visto presumir sobre secretos o milagros?

¿Cuándo has oído que hable de sí mismo?


Nada es, nada aparenta en este mundo,

aunque él es espíritu del espíritu, alma del alma.


Signo de Dios, reflejo de Unidad,

él está lejos de cualquier existencia o multiplicidad.


Él ha bebido de la colmena del Amado la miel de la contemplación,

de lo mucho y lo poco, del ser y del no-ser se ha liberado.


Para él, salvo Dios, nada tiene valor,

con todo ha roto, hasta consigo mismo.


Ése es el maestro que a la Unidad te guía,

harás bien en rendirte antes sus pies. 


* * * * *


Escucha atentamente, porque aún te diré más

sobre algunos maestros engañosos.


Presumidos, esclavos de su ego,

a sí mismos se llaman, vanamente, maestros.


Aunque ofrecen su mesa,

en el fondo no buscan más que su propio pan.


Día y noche presumen de sí mismos

y, sin haber bebido, actúan como ebrios.


Van de benefactores y de predicadores

aunque nunca quisieron aprender de nadie.


Abre los ojos de tu corazón, hermano mío,

y arroja de tu lado a estos embaucadores.


No escuches a esta gente despreciable,

no entres en el mundo de estos milagreros.


Con miles de artimañas te seducen

y en el lazo del ego te aprisionan.


Cuando tomas conciencia, ya es muy tarde

y sólo queda entre tus manos tu corazón destruido.


Por su culpa has perdido alma, riqueza y vida,

y hasta te han alejado de la senda.


Esos maestros se proclaman sabios,

pero son ignorantes, ciegos y caprichosos.


Sólo escuchan su ego, son unos mercaderes

que roban sin escrúpulo a la gente sencilla.


Presumen del amor y la elocuencia,

presos de su ignorancia, no dicen más que tonterías.


Se ponen a sí mismos el nombre de derviches

y tratan de hechizar a los incautos.


Un grupo de ayudantes aduladores e insistentes

pululan a su lado día y noche.


Hablan de sanaciones y milagros,

despreciando a Jesús, el hijo de María.


Sus palabras son vanas y vacías,

sólo buscan riqueza y posesiones.


* * * * *


Oí contar que un maestro, liberado de todo,

viajaba con un pobre charlatán,


que, acercándose a él,

fue comentando sus secretos, poco a poco.


Era cruel, asesino, sediento de poder,

y en su tierra era un hombre de buena posición.


Su guía había muerto y no tenía maestro,

rezagado en la senda, no lograba encontrar la salvación.


Entonces el maestro le preguntó por qué se había perdido

y por qué había dejado de seguir a su grupo.


Y él le contestó: “Mi corazón se volvió loco

y no quiso aceptar al sucesor,


porque éste no tenía la ebriedad ni el poder de aquel maestro.

¿Cómo iba a entregarme a un pobre desgraciado?”


Y el maestro le dijo: “Entrégate mejor a un rey mundano

y deja para siempre este camino.


Buscas poder, riqueza, palabras y discursos,

así que no te quejes de no tener maestro.


El cuervo sólo vuela con el cuervo,

el ruiseñor no tiene más compañero que la rosa”.


* * * * *


Te revelaré ahora otro misterio,

si quieres conocerlo, abre bien los oídos del alma.


Hay muchos que no buscan más que ídolos

y que luchan por ellos con corazón y alma.


Ese grupo de idólatras

va en busca de los ídolos, allí donde se encuentren.


En realidad se adoran a sí mismos

y siguen al espejo donde sólo su rostro se refleja.


Aunque sirven a numerosos maestros y señores,

en realidad están esclavizados a sus propias pasiones.


* * * * *


¡Oh, tú, que albergas en tu pecho tanto ardor y paciencia!

No pierdas nunca el corazón por los falsos maestros.


Busca en ti mismo la Verdad,

pues el maestro libre de existencia no es presuntuoso.


El juego del amor no es un trabajo digno de cualquier mercader,

el verdadero enamorado de Dios no busca a un impostor.

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