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CONTESTACIÓN A LA CARTA DE UNO DE LOS VIAJEROS DE LA SENDA

LA BÚSQUEDA


¡Oh trovador del alma! Por el amor de Dios,

comienza ya tu canto silencioso.

Si el amor no nos une,

el corazón no oirá nuestro mensaje.

¿Cómo podrá la brisa mañanera

acercar Su mensaje hasta sus íntimos? 

¡Ojalá me unifique en el amor!

Tal vez así pueda expresar lo que es fidelidad,


para embriagar al compañero sobrio

y despertarle de sus sueños y de sus fantasías. 



EL AMOR


Aquel que habla del amor del Amigo

jamás siente tristeza.

Separación y unión, fe e infidelidad

son para él lo mismo.

El verdadero enamorado sólo piensa

en el amor, y no en lo poco o en lo mucho.

Hasta que no te pierdas a ti mismo por amor,

no te convertirás en confidente del amor.


Ebrio, como Farhād, cercena con el hacha

del Zekr los fundamentos de toda tu existencia.



LA SUMISIÓN


Si te has rendido a aquel que es el Alma del alma,

no te atormentes con la unión o la separación.

Si has encontrado al médico,

no pienses en la pena o en la cura.

Todo lo que es agrado del Amigo,

acéptalo del todo, con corazón y alma.

Siéntate en el umbral del corazón

y allí recuerda, día y noche, la Imagen que allí tienes dibujada.


Hasta que esa Bella Imagen te aniquile

y aumente tu valor. 



LA UNICIDAD


Aquí estamos nosotros y el festín del amor y la ebriedad,

extraños a los lazos de la autocomplacencia.

En el círculo de la devoción y del amor

no será proclamada la existencia propia.

No hallarás de nosotros huella alguna, salvo la del Amigo,

libres de orgullo y de humildad estamos.

En este círculo no hay nada, sino Dios,

ningún intruso entra en este círculo.


Eblis, cautivo del “tú” y “yo”,

fue expulsado, por eso, de la presencia del Amigo.



LA UNIÓN


El “yo” no significa más que pura pasión,

Dios no entra en la casa del “tú” y “yo”.

La Verdad nos llevó hasta tu presencia, y viste que en nosotros

no hay más deseo que la Verdad.

¿Cómo buscas a Dios fuera de “otro” que Dios?

Eso no es más que engaño.

De nosotros no busques más que a Dios,

y así descubrirás que, en realidad, no hay nada, sino Dios.


“Deja ya de mirarnos con la mirada de la dualidad,

y busca luego, de nosotros, sólo a Dios”.

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