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Me sentaré a la puerta de mi corazón, ¡Amigo mío!,
a fin de bautizar esta ruina con tu Nombre.
Dibujaré sobre sus muros la bella imagen de tu cara
para ver claramente tu presencia.
Una y otra vez invocaré tu Nombre,
hasta que tu mensaje brote de la Kaaba de mi corazón.
A la sombra del corazón, íntimamente unido a Ti,
beberé con pureza tu vino siempre fluido.
Arruinaré esta casa de mi corazón sólo por Ti
y por Ti, Amigo mío, perderé la vida.
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