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Los rezos del asceta buscan a las huríes,
nosotros sólo a Él con nuestras súplicas buscamos.
Deja que aquellos que nos niegan sepan
que hace ya mucho tiempo que nos hemos negado.
¡Oh, qué hermoso es el juego del amor!,
pues en él, toda pérdida es ganancia.
Quien empezó a jugar el juego de damas de Su amor,
no descansó hasta que no lo perdió todo.
Mientras los dardos giran en las manos de la Copera,
perplejos permanecen los enamorados.
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