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Ya no tenemos voluntad propia,
pues sólo nos agrada lo que agrada al Amado.
Ocupados tan sólo con el Aliento de la Vida,
nos hemos apartado de los afanes de la gente.
Y cuando nos volvimos extraños a todo lo creado,
descubrimos que todo cuanto existe es sólo Dios.
La gente dejará todo arrepentimiento,
si saborea nuestro vino.
Todos aquellos que se liberaron del color y el olor
bebieron de este vino y rompieron el cántaro.
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