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Mi alma se ha liberado de la atadura de este mundo,

y, libre de palabras y discursos, descansa.


Durante muchos años, mi corazón sirvió a la gente

pero tanto sufrió que se acabó sintiendo perturbado.


Mi corazón buscó y buscó en el cielo del amor,

pero pasó la vida y no encontró a nadie que el valor del amor conociera.


Vi que el hombre es malévolo

y no recoge bellas flores en el jardín de la fraternidad.


A cada instante teje una ilusión distinta, un nuevo pensamiento

sobre lo que le han dicho o ha escuchado.


Incapaz de cumplir lo prometido,

él vuela a cada instante tras una pasión nueva.

 

La mano retiraba aquel a quien Nurbakhsh brindó su mano

y hacia un rincón él se alejaba.

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