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Esta existencia tuya viene de otro principio,

de Él procede en el mundo todo aquello que es.


En el imperio de la Unicidad, no hay otro signo que el de Dios,

en Su reflejo se revela cualquier signo existente.


¿Hasta cuándo estarás encarcelado en el “yo” y en el “tú”?

Rompe la jaula de “tú” y “yo”, si es que hay en ti alguna habilidad.


¿Por qué te jactas tanto de la mente, si sabes que jamás dio ningún fruto?

 Entrégate al amor, porque él sí fructifica.


Sin el amor, no habría ni rastro de este mundo,

por su gracia brotó todo aquello que existe.


El “yo” en el que te apoyas, no es otra cosa que tu propio velo,

aparta ya ese velo y mira que, detrás, hay otro Ser.


La “luz que dio” a los universos vida

fruto era y es de un solo aliento de Aquel hechizador y poseedor de la visión.

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