¡Oh, qué extraño fervor, qué extraño canto tiene la existencia por el amor!
El corazón de la más mínima partícula un Dios tiene.
No sólo hay pureza en los empobrecidos por Su pena,
dondequiera que amor alza su tienda, hay pureza.
Sé siervo del anciano del fuego sagrado, porque en el reino de la subsistencia
sólo vive el que lleva marcada por él la tachadura de la no-existencia.
¡Oh compañero! Deja de lado la autoadoración, porque no llegará jamás a la presencia del Amigo
el que posea un “yo” o un “nosotros”.
Ciertamente es seguro el retiro de la taberna,
su agua sienta bien y su aire otorga vida.
El deseo no basta para apurar la copa que ofrece la Copera,
sólo el que arde en Su pasión es digno de ese mosto.
¡Oh Nurbakhsh! No busques curación con tanto afán, mantén la calma,
pues no puede decirse que nuestra pena tenga curación.