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En la obra de Dios no se puede buscar el cómo y el porqué,

en la senda de los enamorados no se puede hablar de “tú” y “yo”.


Aunque nosotros somos gente de fidelidad y pureza,

con gente desleal no se puede gozar de la pureza.


¡Oh tú, muftí de la ciudad!, nosotros ya te conocemos,

al sufí que es sincero, tú no puedes tratarle con hipocresía;


corrígete a ti mismo, porque en el círculo de la paz,

no se puede invitar a la virtud con engaño.


¡Oh gente hipócrita!, adorando a tantos ídolos

no se puede invocar continuamente: Dios, Dios.


Aunque Él os haya concedido algún tiempo,

no podréis asaltar el camino de la fe para siempre.


Vimos cómo Nurbakhsh hablaba para sí diciendo:

“Con las criaturas de Dios no hay que ser injusto ni tirano”.

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