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Dejad libre el camino y que se vayan los que existen,
dejad que entren aquí los que no tienen existencia.
Los que existen son siervos y enfermos de sí mismos,
los que no tienen existencia están reunidos en el santuario de la Verdad.
La gente sin amor está lejos de Dios,
¿qué pueden cosechar si no han plantado nada?
Los sufíes, vacíos de sí mismos,
oyen, como la flauta, la melodía de la Verdad.
Los cuerdos, que hablan con la mente,
corren, desesperados, en cualquier dirección.
Los gnósticos, ajenos a sí mismos,
libres están de lo viejo y de lo nuevo.
Si los enamorados revelan los misterios,
los intelectuales se ensimisman en la perplejidad.
Cuando hablan de amor, los del rostro de luna
“otorgan luz” donde quiera que vayan.
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