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Salvo tu bello rostro, no había otro rostro en la preeternidad,

salvo tu dirección, otra no había.


Te enamoraste de tu propio rostro,

salvo Tú, tierna Dueña del corazón, otra no había.


Contemplabas tu propia Imagen en el espejo de tu Ser,

 visibles ni cabello ni cabellera había.


Hoy también, salvo Tú, ¿dónde hay un “otro”?

Sin Ti, en ningún lugar color ni aroma habría.


Imagen de la curva de tus cejas es toda la existencia,

si no existieras Tú, ni un movimiento habría.


No hay nada sino Tú, ni en lo aparente ni en el ser,

sin Ti, ni templo, ni ídolo, ni enamorado habría.


¡Oh Tú, que “otorgas luz”!, la creación no es sinoTú mismo,

de este “tú” y “yo” sólo un rumor había.

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