No te suplico, ¡oh Robacorazones!, que retires el velo de tu rostro,
sino que me regales con tu gracia y arranques de mis ojos esta máscara.
Destruye el “yo” y el “tú”, para que puedas verte sólo a Ti,
¿cómo puedo pedirte que te dignes mirar a esta ruina?
Ninguna gota vio jamás al Océano con sus propios ojos,
pide ojos al Océano para mirar al agua.
En aquel Reino, donde se bebe de la fuente de Esencia,
toma nuestra existencia y échala al río del sharāb.
Si de verdad buscas a Dios, agárrate al vestido del amor,
si sólo buscas tus pasiones, sumérgete en la confusión.
En la fe de los libres, la queja es un error,
si no eres hipócrita, sella tus labios al reproche.
Como el amor no entiende de sueño o de vigilia,
tú, ¡oh Nurbakhsh!, con ebriedad, prepara ya tu alcoba.