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EL “CÓMO” Y EL “PORQUÉ”

Anoche, en el ardor de mi delirio, me atormentaba un “cómo” y un “porqué”,

y empecé a dialogar con mi loco corazón.


Pregunté: “¿Qué prefieres? ¿La religión o el sacrilegio?”

Me contestó: “Mientras me decidía entre las dos, desatendía a la Verdad”.


Pregunté: “¿Eres extraño o te sientes amigo?”

Me contestó: “Cuando era extraño, un Amigo tenía”.


Pregunté: “¿Por qué no hablas de tu unión o tu separación?”

Me contestó: “Me arrepentí de esta idea tan inmadura”.


Pregunté: “¿Recibiste algún sustento del Amigo?”

Me contestó. “Menesteroso fui esperando el sustento”.


Pregunté: “¿Fue muy largo tu camino hasta llegar al Robacorazones?”

Me contestó: “Sólo había camino mientras yo tenía pies”.


Pregunté: “¿Descubriste el misterio del alma y el misterio del cuerpo?”

Me contestó: “¿Cuándo me preocupaba yo de este alma o de este cuerpo?”


Pregunté: “Cuando fuiste más allá de ti mismo, ¿qué viste con tus ojos?”

Me contestó: “Que en vano había en mí un ‘yo’ o un ‘tú’”.


Pregunté: “¿Derramó sobre ti el rocío de Su benevolencia?”

Me contestó: “¿Cuándo veían mis ojos un cielo y una tierra?”.


Pregunté: “Dime directamente, ¿lograste liberarte de toda idolatría?”

Me contestó: “Adoré ídolos, mientras tuve deseos”.


Pregunté: “¿Fue próspera tu casa gracias a Su presencia?”

Me contestó: “Sus manos derribaron la casa que tenía”.


Pregunté finalmente: “¿Estás contento de Nurbakhsh?”

Me contestó: “No tenía sentido hablar con él de un ‘cómo’ o de un ‘porqué’”. 

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