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En tu recuerdo, de ambos mundos pasé,
por Ti, de cualquier “yo” o cualquier “tú” pasé.
Desde aquel día en que mi corazón se liberó de cualquier “otro”,
ebrio, de la cabeza hasta los pies, de cualquier existencia pasé.
Desde que me llamaste, por tu gracia, hasta tu vecindad,
de todos los deseos, de toda súplica pasé.
Cuando la imagen de tu cara apareció por todas partes,
de estados y moradas, definitivamente y de una vez, pasé.
Encontré en Ti la calma para mi alma enloquecida
y de cualquier dolor, angustia o curación, pasé.
Entré en tu “Sino” porque, en tu sendero,
entregué mi cabeza y del “No” yo pasé.
Nurbakhsh te quiere por Ti mismo,
por eso dice: “De este mundo y hasta del más allá, pasé”.
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