¡Oh Señor! Ayúdame a volar hacia Ti,
arrancando del alma esta envoltura corporal.
No hay bien alguno en la discordia de “tú” y “yo”,
será mejor dejarlo de una vez.
Ayúdame, para que yo me siente y abandone mi cabeza en tus pies,
para que me levante y abandone en tus manos mi alma.
Para que en mi memoria crezca mi anhelo y mi pasión por Ti,
para que el corazón quede vacío de todo, salvo de tu recuerdo.
Para que tome como prenda otros ojos, los tuyos,
y contemple tu rostro con tus propios ojos.
Yo no soy nadie, ya no tengo ni cabeza ni pies,
sólo te veo a Ti, por donde quiera que camino.
Haz que yo me desviva tanto por tu semblante
que no tenga de mí noticia alguna.
Para que Tú “otorgues luz”, y yo, sin mí, y con tus propias alas,
vuele en el cielo de tu vecindad.