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Te has enamorado, estás enajenado, enloquecido, ya lo sé,
tus pies y tu cabeza has perdido en Mi senda, ya lo sé.
Por exigencia del delirio, entregaste tu mente, tu corazón, tu fe,
no es sin razón tu infamia, ya lo sé.
Desde que, en la taberna, te alejaste de ti,
te has liberado de cualquier deseo, ya lo sé.
Has levantado un templo en la Kaaba de tu corazón,
y, extasiado, contemplas a los ídolos, ya lo sé.
Sé que te has olvidado de ti mismo,
y que te has liberado de cualquier otra cosa, ya lo sé.
Eran el “yo” y el “tú” raíz del infortunio,
pero has perdido eso, ya lo sé.
¡Oh Tú que “otorgas luz”! Este “gazal” no es fruto de ninguna elocuencia,
sí, sí, del lazo de la mente te has librado, ya lo sé.
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