Hemos abandonado el mundo del “yo” y “tú”,
y nos hemos sentado esperando una sola mirada de Sus ojos.
Toda la vida hemos estado relatando la historia del amor,
y ni a una hormiga hemos perturbado.
Desde que hemos hojeado ese libro del tiempo y del espacio
estamos hastiados de lo sabido y de lo no sabido.
Hemos roto el papiro del guía y del maestro,
hemos roto el espejo donde discípulo y maestro se contemplan.
Cuéntale a los idólatras cómo son nuestros días y nuestro estado,
diles que nos hemos liberado hasta de ser el ídolo de sus fantasías.
De la tabla del alma hemos borrado las imágenes de los accidentales,
y en nuestro corazón hemos cortado cualquier unión con otro que no sea Él.
No sólo hemos cortado el lazo con el liderazgo,
sino que de la trampa del mundo nos hemos alejado.
Él es el que nos “ilumina”, en cualquier parte,
desde que hemos abandonado el mundo del “yo” y “tú”.