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LA CASA DE LA SINCERIDAD Y LA PUREZA

Ven, para que, lejos de “yo” y “tú”, seamos el consuelo el uno para el otro,

causa de calma y de inquietud, el uno para el otro.


Con el amor, hagamos nuestra insignia de ternura y lealtad,

y lejos del rigor y la infidelidad, mantengámonos uno junto al otro.


Sin condiciones y sin quejas, desvivámonos uno por el otro,

y, libres de ataduras y de engaños, seamos bella imagen el uno para el otro.


Volvámonos extraños para todos, abandonemos toda suficiencia,

borremos el orín de la tristeza, y seamos compañeros el uno para el otro.


Moremos en la casa de la sinceridad y la pureza,

y, sin nombre ni fama, seamos el orgullo uno de otro.


Viajemos juntos, más allá del tiempo y del espacio,

y en el cielo de lo Real, seamos órbita el uno para el otro.


Colmemos nuestras copas con el vino del cántaro de amor

y, ebrios y lánguidos, seamos la copera el uno para el otro.


¡Qué bellamente le decía a Nurbakhsh el tierno Compañero:

“Ven, para que, lejos de ‘yo’ y ‘tú’, seamos el consuelo el uno para el otro”!

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