Nosotros, alejándonos del “yo” y el “tú” irreal,
nuestra existencia fantasmal borramos.
¡Oh tú, que das consejos! Di: ¿por qué nos previenes de los peligros de la senda?
Nosotros, con Sus pies, hacia Su vecindad nos precipitamos.
No tiene voz ni voto la razón en la asamblea del amor,
¿cómo vamos a oír las palabras de Rāzi o Avicena?
Vemos a todas las criaturas como retoños del Amigo,
no vemos diferencia entre el turco, el hindú o el de Heŷāz.
El ser de las criaturas es el fruto de la infinita generosidad del Ser divino,
a todo aquel que vemos le alegramos el corazón.
Día y noche, ante la donosura del alabado Mahmud del alma,
con la ofrenda de la no-existencia, jugamos, como Ayāz, al juego del amor.
¡Oh Nurbakhsh! El hablar de Su unión no está al alcance de ninguna criatura,
y por eso jugamos al amor en nuestro corazón con Su recuerdo.