En el festín de los adoradores del vino, del “yo” y del “tú” ¡no hables!
En la reunión de los enamorados, de ti mismo ¡no hables!
Cuando te sientes en el círculo del delirio, permanece en silencio,
de tu propia existencia, de tu mente y tus artes ¡no hables!
Con nosotros, cuyo corazón voló como un pajaro por la pasión por el Amigo,
de huríes y palacios del jardín del Edén ¡no hables!
Para el que ha rechazado el mundo de lo múltiple,
de los cuentos y azares de estos tiempos ¡no hables!
Con el enamorado, cuyo corazón se ha convertido en sangre, lo mismo que un rubí,
de la excelencia de la gema o el ágata del Yemen ¡no hables!
Sobre la religión de los que existen no preguntes a aquellos que no existen,
de la infidelidad o de la fe, de la sabiduría o de la intuición ¡no hables!
Salvo de la lealtad y la pureza, no le preguntes a Nurbakhsh,
de la gente que rompe sus promesas, con Nurbakhsh ¡no hables!