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Oh asceta, que no sientes tristeza por aquel que es Aliento de la Vida,
nada tienes que ver con los que tienen corazón.
Mientras te ocupes del rosario y del turbante,
no sentirás vergüenza del deshonor del “yo” y el “tú”.
¿Cómo podrá encenderse el ojo de tu corazón,
si, por Su amor, no tienes noche oscura?
¿Cuándo pondrás tus pies bajo la horca de la no-existencia,
si, en el amor, no has entregado tu cabeza a nadie?
Ningún enamorado te llamará “avecilla de alas leves”,
si no soportas en tu corazón el peso de su pena.
Si no tienes secretos ni andas cavilando,
¿por qué no eres constante en el amor?
“Darás luz” al banquete del enamoramiento,
si sólo tienes al amor como piedra de toque.
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