¡Oh, pensador, apenas sabes nada del enigma que encierra la creación,
y aunque supieras algo, no lo conocerías por completo!
¡Oh, asceta, tú no vas a la mezquita con tus pies,
pues te lleva una mano de la que eres inconsciente!
¡Oh, erudito, que estudias y estudias lo exterior,
no comprendes lo externo porque no sabes nada de lo interno!
¡Oh, enamorado, de tu Bienamado, tan sólo encontrarás lo que busques de Él,
te unirás a tu amor, pero no llegarás a conocer la Unión!
¡Oh, viajero, que buscas por doquier un camino de esperanza!,
¿por qué preguntas sobre nuestro estado, si no entiendes la lengua que habla el corazón?
¡Oh, gnóstico, no ves sino la mar y el barco,
y desde lo más hondo del remolino ignoras dónde queda la orilla!
También tú, ¡oh Nurbakhsh!, que descansas, en paz, de toda turbulencia,
ignoras nuestro estado, estos días oscuros, estos pies en el lodo.