Es sangre lo que fluye de mis ojos, pues no me quedan lágrimas ni anhelos,
mi curación depende de una sola sonrisa, de una sola mirada, ¡oh, qué extraño!
¡Oh, qué fugaces fueron la fantasía inmadura y el pensar incesante!
pues eran sólo trampas que no llevaban hacia el despertar.
¿A quién podré decirle que es un error, que es pura negligencia,
pensar que el ruiseñor únicamente llora por el deseo del rostro de la flor?
La boca que proclama “Soy un enamorado y un amante”
no es sincera en amor, y nunca llegará hasta la casa del Amado.
Deja el agua y el barro, vende tu fe y tu corazón
y elige un bello Ídolo de perfecta y real hermosura.
Siéntate y calla, deja toda razón, toda conciencia, toda voluntad,
y no busques ya más ningún otro camino.
Si alguien te da la buena nueva de que has alcanzado ya la meta,
desconfía y no pongas en esa meta tu mirada.
Sólo así, por la gracia del amor y la ebriedad,
te librarás de la autoadoración, no por un breve instante, sino para siempre.