Mientras eres esclavo de ti mismo, eres gota, no mar,
deja el velo del “yo” y contempla que eres “Nosotros”.
La adulación del mundo te ha alejado de Dios,
¿cómo es que vas a la taberna, si aún no eres infamado?
Deja ya de mirarte en tu propia pasión, si verdaderamente tienes pasión por Él,
no serás suyo, mientras tengas tu propia voluntad.
Busca a tu propio Dios, porque pasa la vida
y aún andas tras los ídolos de tus antepasados.
Si deseas su unión, no busques tus deseos,
¿qué beneficio hay en seguir atrapado, a cada instante, por un nuevo deseo?
No alcanzarás la subsistencia, hasta que no te niegues a ti mismo,
llegarás hasta el umbral del “Sino”, si te conviertes en el “No”.
Sumérgete, lo mismo que Nurbakhsh, en el Océano de la no-existencia
y mira, con los ojos del Océano, que eres el propio Océano.