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El samā de los sufíes es sólo por amor al Amado,
porque sus corazones están agitados por su anhelo.
Si estas ebrio de Dios, levántate y da palmas,
salta y salta feliz, toca y toca el pandero.
Deja cualquier preocupación, levántate,
olvídate de ti, y únete a los ebrios,
porque éste es el estado y la pasión de los sinceros,
colmado del fervor y del aliento de los enamorados.
Es el momento del samā, del pandero y el “ney”,
grita embriagado de felicidad y de gozo.
Tal vez así consigas olvidarte de “tú” y “yo”
y sumergirte, fascinado y ebrio, en el océano de la Unicidad.
Vacío de ti mismo y colmado de Él,
repite “Haq”, “Haq”, “Haq”..., y canta ebrio “Hu”, “Hu”, “Hu”...
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